La Bañeza

El municipio de La Bañeza se encuentra al suroeste de la provincia de León, a 45 km de la capital. La extensión de su término municipal es de 19,7 km2.

La ciudad se levanta en una fértil llanura salpicada por las aguas de los ríos Duerna, Tuerto y Órbigo, y es cabecera y centro comercial y de servicios de primer orden de una extensa comarca agrícola, la más importante de la provincia.

No es posible, por tanto, separar La Bañeza de sus alrededores, de sus comarcas, que ofrecen además la posibilidad de disfrutar de sus ríos, sus choperas, alamedas y riberas que la convierten en paso obligado y tierra para la acogida. Una densa arboleda y unos espaciosos sotos fluviales permiten una amplia disponibilidad de áreas naturales, zonas de baño y esparcimiento, así como de paseos botánicos, excursiones deportivas y ríos que invitan a la pesca. La naturaleza es parte de la tentación bañezana.

El punto más alto es el Monte Teleno, de 2.188 metros de altitud. Este monte está cubierto de nieve prácticamente todo el año.

Cuenta con un clima continental que se caracteriza por los inviernos muy fríos y los meses estivales de temperaturas muy agradables.

Puede descargar el callejero de La Bañeza aquí.

CÓMO LLEGAR
La ciudad cuenta con muy buena comunicación por carretera, bien sea por autovía, mediante la A-6 o por la carretera LE-622 que une La Bañeza con León y Zamora.

La Terminal de Autobuses de la empresa ALSA facilita conexiones en autobús con un buen número de destinos tanto nacionales como internacionales.

En cuanto al transporte en tren, las estaciones de Renfe más cercanas son las de Astorga (21 Km), Veguellina de Órbigo (16 Km) y León capital (50 Km)

Para desplazamientos en avión, el aeropuerto más próximo es el de La Virgen del Camino (León) a unos 40 Km.

Más información

Oficina Municipal de Turismo C/ Fray Diego Alonso, 9 +34 987 656 737 turismo@aytobaneza.es https://www.turismolabaneza.es/
Audioguía

Las primeras referencias históricas al territorio bañezano aluden al carácter astur de sus habitantes. Cerca de la actual La Bañeza, en San Martín de Torres, se sitúa con toda probabilidad el emplazamiento de la ciudad astur de Bedunia, mencionada en diversas fuentes geográficas romanas, como el denominado Itinerario de Antonino, lo que nos da cumplida cuenta de la importancia de este espacio.

El oro, la abundancia de metales y la riqueza agropecuaria del territorio, motivaron la conquista de Roma entre los años 29 al 19 a. C., y que culmina durante el reinado del emperador Augusto. A partir de entonces, y hasta el siglo V de nuestra era, el espacio bañezano formó parte del Conventus Iuridicus Asturum, dentro de la provincia de la Gallaecia, que abarcaba, durante el final del imperio romano, el noroeste de la península ibérica.

Su posición en un auténtico cruce de caminos, hizo que fuera una zona de ocupación humana densa y cotizada por diferentes pueblos durante las invasiones germanas que acabaron con Roma. A mediados del s. V, visigodos y suevos combatieron en los alrededores de La Bañeza, en el hoy despoblado de Hinojo, por el dominio de estas tierras, quedando la victoria del lado de los godos. Es muy probable que, durante estas centurias, siglo V al VIII, en las inmediaciones de la actual iglesia de San Salvador, existiera un pequeño asentamiento menor, quizás vinculado a un núcleo religioso.

La invasión musulmana del 711 arrasó estas tierras pues, la así llamada Vía de la Plata que las atraviesa, fue una de las arterias de penetración utilizadas por los ejércitos árabes en la conquista.

A mediados del s. IX, por orden del conde Gatón de El Bierzo, nace el actual emplazamiento bañezano, formado a partir de dos núcleos diferentes. Uno, con población de Pereje (Bierzo), funda San Pedro de Périx; otro, con mozárabes llegados desde Córdoba se asienta en torno a San Salvador, denominando a ese hábitat Bani Eiza o, esto es: el lugar perteneciente a los descendientes de Jesús (Isa, Eiza). De la fusión de mozárabes cordobeses y de bercianos nacerá la esencia aperturista y cosmopolita de La Bañeza, así como su primer mercado y dos parroquias: San Pedro, que con el tiempo se trasladará a Santa María, y San Salvador que, como monasterio familiar, será ofrecido a comienzos del siglo X al obispo San Genadio.

A finales de esta centuria, las tropas de Almanzor destruyen el monasterio, que será recuperado a comienzos del s. XI y de nuevo ofrecido al episcopado. La paz subsiguiente, así como su ubicación en la Vía de la Plata, uno de los caminos de peregrinación históricos a Santiago de Compostela, marca parte de su esencia vital.

Pero, ante todo, la historia medieval de La Bañeza es la forja de su carácter comercial y de cabecera económica de un territorio. Su mercado, célebre en el Reino de León y, después de 1230, en la Corona de Castilla, continúa vivo y activo hasta el presente.

Durante la Edad Moderna, La Bañeza pasó a convertirse en la cabecera del marquesado de igual nombre en manos de la familia Bazán. A esta próspera ciudad acudirán mercaderes, artesanos y comerciantes llegados desde las lejanas tierras de Europa, fundamentalmente flamencos y franceses, especializados en tejidos, uno de los gremios más importantes de la ciudad. Sede del Adelantamiento del Reino de León durante parte del siglo XVII, La Bañeza se convirtió en un referente aperturista y activo de la Corona.

Al igual que otras ciudades, sufrió las consecuencias de la ocupación napoleónica y los padecimientos de las guerras carlistas. A finales del s. XIX, en 1895, recibió oficialmente el título de ciudad de manos de la reina regente María Cristina de Habsburgo-Lorena, en nombre de su hijo Alfonso XIII.

Hoy, es una ciudad sabia heredera del carácter franco y cosmopolita de todos sus pobladores desde la antigüedad. Una urbe que recibe con los brazos abiertos, festiva, carnavalera, pero también seria y rigurosa en los negocios, comerciante y activa. Una ciudad donde todos son bien recibidos.

La gastronomía bañezana reúne un sinfín de platos que pueden ser degustados en cualquiera de los numerosos restaurantes de la ciudad.

Las alubias a la bañezana y las ancas de rana son los platos estrella y aquellos con los que, fuera de nuestras fronteras, se identifica la gastronomía bañezana.

Las ancas de rana se han convertido en el plato rey, en el manjar por excelencia, en el eje principal que mueve todo el engranaje culinario bañezano, colocándose en lo más alto del escalafón gastronómico por su rareza y exquisitez. Su éxito es debido a que este plato conserva todo su primitivismo, tanto en los ingredientes empleados para la elaboración de su tradicional salsa roja, a base de aceite de oliva, sal, unto, pimentón y algún que otro condimento secreto que distingue a cada restaurante, como en los recipientes en que se elabora y sirve: la típica cazuela de barro.

En cuanto a las famosas y reconocidas alubias de La Bañeza, que están amparadas por la IGP Alubias de La Bañeza-León, se pueden degustar a la manera tradicional saboreando unas deliciosas alubias a la bañezana o en los platos más sofisticados de cocina moderna donde demuestran que su capacidad de adaptación en la cocina es infinita.

Por lo que a los dulces se refiere, las confiterías existentes en la ciudad elaboran toda una gama de deliciosas especialidades. Durante todo el año se pueden consumir las especialidades más conocidas fuera de La Bañeza como son: los imperiales, postre exquisito donde los haya, elaborado con huevos, azúcar y almendra; las pastas de San Blas; las finísimas yemas tostadas; los besitos, con sabor a coco; las trufas de chocolate y miel o las Angélicas de chocolate y almendra enlazando con esa tradición chocolatera que siempre existió en nuestra ciudad.

Además de estos dulces, en Carnaval, se puede disfrutar de las caretas de Carnaval, orejas, los dominós de Carnaval, las rosquillas en aceite o las torrijas que tradicionalmente se consumen por estas fechas.

Justo antes de celebrarse la Semana Santa, pueden adquirirse los bollos de San Lázaro, el producto más antiguo de la repostería casera bañezana. Ya, en Semana Santa, aparecen en los escaparates de las confiterías las almendras garrapiñadas y saladas al lado de las botellas de limonada bañezana hecha en un cántaro de barro, a base de vino, azúcar, pasas, higos, limón, canela en rama y cualquier otro secreto de obrador, mezcla que se deja varios días en maceración antes de estar lista para colar y servir.

Por los Santos aparecen los sabrosos buñuelos llenos de crema y fritos en el mejor aceite de oliva y los huesos de santo.

Con la Navidad llega el turrón, donde la variedad es infinita ya que cada confitero se esfuerza en personalizar sus elaboraciones.

Cabe destacar una costumbre muy antigua que aún perdura entre las familias bañezanas: La Cuelga. En los cumpleaños o santos, la familia o los amigos atan en una cinta llamativa todo tipo de bombones, caramelos y golosinas que en un momento de descuido se introduce por la cabeza del homenajeado deseándole muchas felicidades.

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