Garrovillas de Alconétar es una villa situada al noroeste de la provincia de Cáceres, en el margen izquierdo del río Tajo y muy próxima a la autovía A-66.
El término municipal ocupa una extensión de 207 kilómetros cuadrados y tiene una elevación de 327 metros.
Limita con los términos municipales de Casar de Cáceres, Navas del Madroño, Alcántara, Portezuelo, Cañaveral, Hinojal y Santiago del Campo.
Se encuentra a 36 km de la ciudad de Cáceres y a 124 km de la ciudad de Badajoz.
El clima de la localidad es de tipo mediterráneo, con una temperatura media de 16,4°C y una pluviosidad media de 460 l/m2.
Para llegar a Garrovillas de Alconétar, se puede acceder a través de la:
- A-66 (Autovía Ruta de la Plata) y posteriormente enlazar con la N-630
- N-630 (Gijón-Sevilla)
- Ex302 (carretera local)
Más información
Garrovillas de Alconétar es sinónimo de historia. La zona estuvo poblada desde la Prehistoria como lo prueban los dólmenes de Guadancil y Cerro Garrote, excavados en el siglo XIX por el sacerdote Jerónimo de Sande, que encontró una serie de objetos, incluyendo un ídolo oculado, depositados hoy en el Museo de Cáceres y en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid (Madrid).
La presencia humana durante la edad de los metales está atestiguada porque en 1931, tras unas excavaciones en la zona de Alconétar, en el fondo del río Tajo, fue hallada una espada de bronce. Pertenece al último periodo de la Edad del Bronce (en torno al año 1200 a. C.) y su origen debe ser buscado más bien en el mundo atlántico. Se conserva en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.
En la confluencia del río Tajo y el río Almonte se asentó un castro prerromano ocupado, posteriormente, por los romanos. Los romanos, para cruzar el río Tajo, construyen un puente (llamado de Mantible) para dar transitabilidad a la Vía de la Plata.
En el año 1167 el rey Alfonso VIII liberó la localidad del dominio árabe y entregó el castillo de Alconétar a los Caballeros Templarios, que lo erigieron en cabeza de Encomienda, de la que dependían los Cuatro Lugares (Hinojal, Talaván, Santiago del Campo y Monroy), además de Cañaveral.
El rey Alfonso X le dio el título de villa, en virtud de hallarse arruinada la de Alconétar tras ser anegada en una riada del río Tajo y los vecinos de esta se trasladaron a Garrovillas.
La villa llegó a su máximo esplendor con la llegada de los condes de Alba de Aliste, ya que estos ejercieron como mecenas de la localidad sufragando y promoviendo varios de los monumentos que hoy se conservan. Esta villa y sus tierras pertenecieron a este condado, ya que además del emplazamiento, poseían los derechos de paso del río Tajo y de las barcas que transportaban ejércitos, ganados y toda clase de comitivas.
Entre los personajes más destacados nacidos en esta localidad, se encuentran el capitán Alonso de Mendoza, que en el siglo XVI viajó al Nuevo Mundo y allí fundó el 20 de octubre de 1548 la ciudad de La Paz, la actual capital Bolivia; Juan de Ávalos, vinculado con Santiago de Chile; y Domingo Marcos Durán, teórico musical del Renacimiento español, que escribió el primer tratado musical al castellano (Lux Bella).
En 2001 la localidad pasó a llamarse Garrovillas de Alconétar.
La gastronomía de Garrovillas de Alconétar se caracteriza por una cocina tradicional y popular.
De sus platos destaca el buche con berzas, las ranas fritas, los escabeches de peces, los origüelos, la chanfaina de cordero con arroz y el frito, sin olvidar los derivados del cerdo.
En lo que respecta a la repostería, se pueden degustar varios dulces derivados de la almendra como son los cagajones, las perrunillas, las quesadillas y las tartas de almendra elaboradas por las monjas jerónimas del Convento de Nuestra Señora de la Salud.