La ciudad de Béjar se halla situada en la zona sureste de la provincia de Salamanca, siendo la capital de la comarca de la Sierra de Béjar.
El acceso se realiza por la carretera N-630 (Gijón – Sevilla).
Se encuentra a una altitud media de 960 metros sobre el nivel del mar, y ocupa una superficie de 39 kilómetros cuadrados aproximadamente Tiene una población de 13.724 habitantes.
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Béjar es una ciudad con siglos de antigüedad, caracterizada siempre por una gran relevancia, importancia e influencia en aspectos económicos, defensivos, sociales, políticos, jurídicos y religiosos. Romanos, árabes, judíos y cristianos, todos pobladores de esta tierra, fueron escribiendo su historia a la vez que dejaban su huella.
Población de realengo a lo largo de la mayor parte de la Edad Media, fue concejo, villa, tierra, señorío, ducado y, en nuestros días, ciudad por concesión de Isabel II. Alcanzó los títulos de muy noble, muy leal, liberal y heroica, títulos que aún conserva y que trata cumplir día a día. Muy noble, concedido por el rey Alfonso IX reconociendo así la ayuda prestada durante la reconquista de Extremadura en los primeros años del siglo XIII. Muy leal, otorgado por reina Isabel La Católica en agradecimiento a la participación en la conquista de Granada. Liberal y heroica, títulos que concedió, en tiempos de Isabel II, el ministro de la gobernación, Práxedes Sagasta, por la defensa de las libertades efectuadas por los bejaranos.
Muy destacable es su fuero. En el siglo XIII la villa ya contaba con su propio fuero, normas por las que regia la comunidad, dando relieve a la población y constituyendo una garantía para sus habitantes ya que fijaba con claridad sus derechos, aseguraba la regulación de las conductas por la ley y regulaba la convivencia de la ciudad en aquellos aspectos habituales y básicos. Se trataba de un fuero muy extenso que incluía, además, un conjunto de leyes destinadas a establecer el marco procesal y penal.
Este importante documento se ha conservado a lo largo de los siglos. En la actualidad se encuentra en el Archivo Municipal de la ciudad, en buen estado de conservación y con asiduidad es objeto de estudio por su antigüedad e importancia.
Quizás la mejor representación de la villa en la Edad Moderna se refleja en el cuadro del pintor italiano Ventura Lirios. Esta pintura del siglo XVIII es una panorámica de Béjar con sus murallas, calles, plazas, palacio, plaza de toros, iglesias, molinos, batanes, tinte, escaldadero, puentes, El Bosque y El Castañar…, y que resalta al detalle los edificios principales.
En cuanto a su industria, y al margen de la actividad agrícola, ganadera y comercial, mantenida con laboriosidad a lo largo de su historia, Béjar consiguió en la Edad Moderna alzarse como una de las ciudades más avanzadas del oeste de España.
En primer lugar por protagonizar el proceso de la Reconquista más allá del Sistema Central hacia Extremadura a través de la Ruta de la Plata, eje de comunicaciones y de peregrinación, procediendo los habitantes que repoblaron los alfoces de Plasencia y Trujillo precisamente de nuestra comarca.
Su situación estratégica y privilegiada, delimitando fronteras, fue un factor importante tanto para su economía como para su relevancia política y social.
En segundo lugar, por ser centro de un señorío primero, ducado después, que extendió sus dominios por buena parte de Castilla (la Casa Ducal de los Zúñiga) transformándose bajo su égida en una auténtica ciudad renacentista. No podemos olvidar que el nombre de la ciudad ocupa un lugar de absoluto privilegio en el libro de los libros, en la obra literaria más universal en lengua castellana, Don Quijote de la Mancha, dedicado al Duque de Béjar.
En tercer lugar, sufriendo grandes cambios sobre todo durante el siglo XIX a la llegada de la revolución industrial, siendo calificada Béjar como la Manchester Castellana por la relevancia de su desarrollo industrial textil ( hasta cinco mil personas trabajaban en la industrial textil bejarana con una producción superior al 10% de la producción nacional ). Ciudad con tradición lanera, que se remonta a la época medieval, fue evolucionando hasta completar, en el siglo XVIII, su proceso de especialización en producción de tejidos de lana, consiguiendo así gran relevancia a nivel nacional y convirtiéndose en un importante foco textil cuya producción superaba a la de las zonas industriales de Terrasa y Sabadell, incluso a la de las reales fabricas de Guadalajara-Brihuega e Igualada.
La implicación de la Casa del Duque en la industria textil se remonta al siglo XVI, con la construcción del tinte ducal. También contaba con fábrica de paños propia y un batán.
Desde el Ducado se potencio, mediante la firma de contratos, la producción de géneros de lana a través de artesanos extranjeros, principalmente flamencos, política que se mantuvo durante varios años; se prestó apoyo económico a fabricantes contribuyendo al arraigo y continuidad de las empresas; se intervino en la comercialización del producto y facilito el acceso a mercados importantes, se tramito la autorización real ( 1720 ) que permitió a los fabricantes de Béjar la apertura de lonja y almacén de paños en Madrid. Cabría destacar el importantísimo papel del Duque en la consecución por parte de la Compañía de Fabricantes de Béjar de una contrata para surtir a las Reales Guardias Valonas y Española, que profundizo una relación de la pañería bejarana con el ejército de muy larga continuidad.
Este florecer industrial contribuyo muy favorablemente en el ambiente cultural de la ciudad, creándose instituciones religiosas y culturales ( algunas aún en activo como el Casino Obrero), agrupaciones musicales y teatrales, grupos de tertulias, periódicos ( como La Victoria, La Locomotora o el Béjar en Madrid que lleva casi cien años difundiendo las noticias de la ciudad por toda la geografía española ), teatros ( como el Castilla o el Cervantes, actualmente de propiedad municipal, completamente restaurado y en pleno funcionamiento ) y otras formas de manifestación cultural y social, muchas de las cuales aún sobreviven.
Mantener viva su historia, su costumbres, sus tradiciones y todo ese legado cultural a través de los siglos, reviviéndolos en la actualidad ha sido siempre y sigue siendo una de las prioridades de la ciudad y sus habitantes.
La gastronomía bejarana tiene un referente fundamental que simboliza la buena mesa de esta tierra y es el calderillo bejarano, un plato exquisito que el viajero no debe olvidar si visita este lugar. Este rico majar elaborado a base de patatas guisadas con carne de ternera del lugar, contiene además pimientos, guisantes y ricos condimentos que alegran el paladar. El primer domingo de agosto se celebra el Día del Calderillo donde los visitantes podrán degustar y observar la preparación de este rico plato.
Fundamental es degustar los ricos jamones y embutidos que se elaboran por estas tierras y que han dado fama a la gastronomía de nuestro país.
Pero la gastronomía de esta tierra no nos deja de sorprender con ricas variedades como el hornazo, especie de empanada rellena de chorizo y que, al igual que el calderillo, tiene su día especial en la Pascua, cuando los bejaranos salen al campo para merendar esta rica empanada. Otra variedad diferente que se suele degustar el día de San Antón es La Mantelada, una torta de pan con anises naturales.
Pero si nuestro viajero es vegetariano no tendría problema para encontrar ensaladas de tomates y pimientos como el zorongollo y otras más exóticas compuestas de naranjas, limones y huevo denominadas limones.
Si visita Béjar en otoño podrá degustar lo denominados calbotes, castañas asadas que los lugareños elaboran en hogueras campestres en esta época del año, no es de extrañar que también haya un día especial para los calbotes, el 1 de noviembre, contando con la abundancia de castaños en la zona.
Y si a nuestro visitante le gusta la repostería podrá saborear sabrosas mantecadas como las perronillas.
En definitiva, una variedad de manjares para diferentes paladares.
Nustros platos estrella
- Calderillo Bejarano: es el plato rey de la cocina bejarana. Guiso hecho con patatas y carne, su secreto reside en la elaboración. Todos los años, el primer domingo de agosto, se celebra en el paraje de «El Castañar» el tradicional Concurso del Calderillo, al que pueden acudir todas las personas que lo deseen.
- Zorongollo: ensalada a base de vegetales.
- Limones: ensalada compuesta de limones y naranjas a la que se añade huevo cocido y chorizo u otros variantes y se aliña con aceite de oliva y vinagre.
- Hornazo: al igual que en muchos lugares de la geografía española, es típico de esta ciudad una masa con azafrán y anises, que se rellena de chorizo y se cuece al horno, obteniendo un rico manjar, que por tradición se saborea el domingo de Resurreción.
- Mantelada: panecillo con anises en grano, que se come acompañado de chorizo asado o cocido en vino. Su degustación es típica del día de la festividad de San Antón, en enero.
Al igual que el exponente fundamental en la gastronomía es el calderillo, en la artesanía es la capa bejarana, elaborada con ricos paños procedentes de las numerosas fábricas textiles de la ciudad. Esta elegante capa fruto de una antigua tradición textil que se remonta al siglo XVII, ha sido vestida por famosos e importantes personajes en la historia de nuestro país.
También existen artesanos de la cerámica, de la tonelería elaborada con las maderas procedentes de los abundantes bosques de robles que pueblan la zona.
Artesanos de la cestería en el cercano pueblo de Montemayor del río elaborada a base de corteza de castaño y utilizada antiguamente para transportar los frutos agrícolas de esta y otras tierras.
Otra tradición artesana que se puede contemplar en esta comarca son materiales de cuero y sillas de montar confeccionadas con cueros de gran calidad que han ganado fama por toda España.