Escudos y Piedras Armeras
Son numerosos los escudos y piedras armeras que parecen embutidos en algunos muros de fachadas solariegas y edificios religiosos, denotando la importancia que poseyó esta villa hace unos cuantos siglos. Intentaremos analizarlos de modo pormenorizado, contribuyendo al estudio y análisis de los hidalgos y nobles que nos legaron estas reminiscencias de linaje y grandeza.
Escudo núm. 1 (Muro lateral del templo mayor de Montemolín)
Se asienta en el lateral izquierdo de la Parroquial de la Inmaculada Concepción, próximo al lateral del Evangelio; en la calle conocida como Carretón Estrecho, en el espacio exterior dedicado al Sagrario. Está labrado en granito grisáceo –abundante en la zona- y se conserva en muy buen estado, aunque el paso de los años ha contribuido al desgaste de sus líneas. Contiene un árbol terrasado –eje central- y lo flanquean lateralmente dos osos rampantes o empinados que descansan sus patas delanteras sobre el tronco del citado vegetal, que en este caso es una encina o alcornoque –muy típica de nuestra región- y las patas traseras sobre un grueso y tosco peñasco. Se remata en la zona superior por un yelmo o casco metálico de armadura medieval, que en la cabecera porta un airón tocado de tres plumas amplias. Lo rodea la cartela o franja decorada que le sirve de aislamiento y enmarque, rodeándolo de solemnidad.
Perteneció a Don Alonso Pizarro Navarro, Vicario de Caravaca –Murcia-. Este influyente personaje costeó la edificación de una pequeña capilla parroquial dedicada a Santa Lucía. El emplazamiento del escudo respondería a su participación como mecenas de la Iglesia local. Conocemos como este ilustre caballero murió sin descendencia, por lo que el emblema pasó a su hermano mayor, Francisco Pizarro Navarro. Al morir D. Alonso testó y ordenó que si la estirpe de los Pizarro acababa, pasaría a la familia de los Durán. Solo D. Alonso podría incluirse dentro de la Orden Santiaguista. Pasarían cuatro generaciones para que los descendientes pudieran incluirse en esta Orden. En un primer momento fue instaurado en el muro parroquial, rematando la construcción de la citada capilla, luego pasó a ser trasladado a la fachada de la casa de algún influyente de la calle Rafael Pulido, hasta que en la década de los 60, la intensa labor del encomiable médico Don Horacio Mota Arévalo, lo depositó en su lugar primigenio.
El estudio de su decoración y estructura nos permite datarlo a comienzos del siglo XVII, a este hecho es necesario añadir que el remate de la capilla se ejecutó hacia 1614.
Escudo núm. 2 (calle Rafael Pulido, núm. 17)
En la calle Rafael Pulido, antigua Carrera, se asienta este otro emblema heráldico, bello y perfectamente conservado. Está trabajado en mármol rosáceo. Aparece seccionado verticalmente en sendos espacios; en su flanco izquierdo descansan tres franjas en las que se disponen tres lunas crecientes y en el margen derecho; sobre olas marinas, un atractivo castillo medieval miniaturizado. El yelmo es doble, con dos elementos enfrentados y sobre ellos los característicos triples pulmones. Carece de cartela o marco que lo envuelva, pero cuenta con los lambrequines o decoración amplia y de carácter vegetal que lo circunda.
Perteneció a la familia Moro y a los enlaces matrimoniales de los Vélez Moro. Desconocemos su cronología exacta, pero nos aproximamos a ella al descubrir que Don Gonzalo Moro obtuvo la Real Provisión de la Real Chancillería de Granada en el año 1725 –fue en este justo momento cuando sería nombrado hidalgo-. Entre éste escudo y el anterior discurre un espacio temporal de un siglo, por lo que éste; al que ahora nos referimos, podría encuadrarse en la primera mitad del siglo XVIII, como bien nos confirma su barroquismo.
Escudo núm. 3 (Calle Martín Álvarez, núm. 8)
Es similar al anteriormente analizado, con unos elementos casi idénticos, perteneciente a los linajes de los Fuentes y de los Moro. Su cronología nos conducirá, también, al siglo XVIII. Igualmente conocemos que este emblema pétreo, realizado en noble mármol gris, fue trasladado de la calle Reyes Huertas a la Martín Álvarez, coincidiendo con el cambio de residencia de los distintos propietarios.
Escudo núm. 4 (Calle Reyes Huertas)
Es acuartelado, el primero de sus cuadrantes se divide en dos apartados a través de una diagonal -<en cruz>- en los que se emplazan dos pequeños calderos. En los otros dos espacios descansan unas representaciones idénticas de dos árboles arrancados, con dos jabalíes pastando –en actitud de ingerir las bellotas de las encinas o alcornoques-. Tiene un enmarque con nueve sotuers o figuras en forma de <X>. Se nos muestra timbrado o rematado con el yelmo medieval de triple pulmón. Lo rodean los lambrequines o elementos heráldicos ornamentales de temática vegetal. Este ejemplo local nos remonta al siglo XVI, concretamente al último tercio de la centuria. Por este motivo, podemos afirmar que es uno de los escudos más antiguos e interesantes de nuestra noble villa.
La fachada resulta del mismo interés que el emblema, aunque es posterior al mismo –podríamos pensar que originariamente estaría emplazado en la fachada de otra casa solariega, trasladándose a la actual por el cambio de domicilio de los adinerados propietarios. Esta fachada cuenta con algunos elementos de gran interés plástico y artístico: frontones partidos, remates piramidales con bolas, veneras santiaguistas, bandas con dientes de sierra, etc. El análisis pausado de estos rasgos estilísticos nos conduce al siglo XVII –avanzado-, coincidiendo con el auge del movimiento barroco. La casa que le sirve de soporte era conocido en aquel siglo y en las dos centurias posteriores como <>, o sea, que pertenecía a la familia de los Garay Metraitúa; de origen vasco y estrechamente relacionada con la festividad, celebración y culto de San Blas. –En un principio pareció pertenecer a la estirpe de los Perero Pacheco, dada la similitud con los emblemas familiares de este linaje.
Escudo núm. 5 (Fachada del Ayuntamiento)
Otros escudos interesantes, realizados en mármol de distintas tonalidades y con unas cronologías amplias, los podemos encontrar en: Calle Reyes Huertas –en una fachada enfrentada a la anterior- y en el remate del edificio del Ayuntamiento. El primero podría encuadrarse en el siglo XVII y el segundo corresponde al escudo de la España del XVIII, bajo el reinado del monarca Carlos IV; triple flordelís, lambrequines, dobles castillos, dos leones rampantes, corona real, etc.