Sierra de los Ángeles-Cerro del Castillo
Llamado Cerro del Castillo, por la existencia de un castillo medieval en dicho cerro, en realidad su nombre auténtico sería el de Sierra de los Ángeles, aunque nadie la llame así. Es la zona más alta y escarpada con ocupación calcolítica de cuantas se conocen en la comarca, alcanzando los 646 m. de altura sobre el nivel del mar y más de 100 m. sobre el terreno circundante. Se encuentra situado en la cadena de la Sierra de Los Santos, pero destaca perfectamente en el paisaje y desde su cima se divisa una gran porción de terreno que lo convertiría en un magnífico lugar para su ocupación.
No existen recursos fluviales en las inmediaciones, pero no hay que olvidar la existencia de pozos naturales en oquedades situadas en el mismo cerro, de las que los mayores del pueblo han hablado innumerables veces, oquedades en las que nos dicen que tras tirar una piedra en su interior, sonaba el típico chasquido al entrar en contacto con el agua, unas aberturas que en la actualidad se encuentran cerradas, destruidas por las explosiones para la extracción de piedra de la cercana cantera.
En las laderas del castillo y sobre todo en el rellano superior de la corona, se ha documentado la presencia de abundantísimos fragmentos cerámicos fabricados en su totalidad a mano, con pastas de arcilla parduzca, compactas, que poseen unos granos finos de cuarzo que se usan como desgrasantes para evitar que la pasta se agriete. Están cocidas a fuego oxidante por lo que en muchos casos presenta una coloración negruzca en parte de la superficie y en el interior, pero ofreciendo normalmente una gama de colores muy poco variada que va desde el parduzco-marrón al rojizo suave-anaranjado. En las superficies de algunos, se observa un cuidadoso alisado mediante un pulidor de piedra, que le confiere un cierto brillo, aunque en ocasiones la superficie no ha sido tratada y es rugosa. Prácticamente todas son siempre lisas, sin decoración, salvo escasísimas muestras decoradas con incisiones y con pastillas repujadas o aplicadas. Destacan los bordes engrosados de grandes platos elaborados a mano, restos esporádicos de cazuelas (o quizás ollas) carenadas, ollas globulares y cuenco, así como varios trozos cerámicos con mamelones, las asas más antiguas y simples conocidas. También se han hallado pellas de barro con improntas de cañizo que pertenecerían a las chozas o cabañas del poblado.
Pero se han encontrado además otros objetos prehistóricos que nos ayudan a matizar esa ocupación. En primer lugar, unas barritas de barro cocido con perforación en un extremo, de forma más o menos cilíndrica conocidas como pesas de telar, junto a otras con doble agujero y forma más o menos rectangular, así como varias fusayolas, lo que representaría una actividad artesanal textil. Se han encontrado también piedras pulimentadas fabricadas con rocas volcánicas hachas o azuelas (piedras de rayo que decían los antiguos) bastante numerosas, de hecho hay que decir que en el Museo Municipal se conservan más de 50 hachas o restos de las mismas, extraídas de sólo dos yacimientos, el del Cerro del Castillo y el de Valle Hermoso. Molinos de mano, en arenisca sobre todo, con una cara perfectamente alisada donde se molían los granos con otra piedra más pequeña, la moledera, de la que también hay ejemplos. En estos molinos de mano podemos observar el brillo característico que deja el cereal al ser sucesivamente frotado. Se conservan alrededor de 40 fragmentos de cuchillos, raspadores, raederas, etc. de silex, lo que nos atestigua también la talla de la piedra en este lugar.