Sopas de ajo, bacalao, torrijas, limonadas… La Ruta Vía de la Plata comparte una gastronomía común nacida en la tradición de la Semana Santa y que compone un recetario estupendo para disfrutar durante estas vacaciones, ya que numerosos pueblos y ciudades aprovechan las fechas para devolver a la mesa estos platos antiguos, nacidos de la sanción eclesiástica y la carestía. La prohibición de comer carne —en realidad, un lujo para el vulgo—, junto con los ingredientes y la imaginación de cada zona, permiten recorrer la Ruta de otra manera: con mantel, servilleta y ganas de conocer la historia. Y relamiéndote, por supuesto.
En cualquier provincia tienes que pedir las mencionadas sopas de ajo, quizá el ejemplo más excepcional de cómo la necesidad puede extraer sabor de la menor cantidad de ingredientes. En Zamora son identidad propia, como también el dos y pingada, nombre que se traduce como dos hermosos huevos fritos con tajadas de magro de jamón serrano fritas. Es tradicional tomarlo el Domingo de Resurrección. El sabroso bacalao a la tranca, con pimentón y pimientos asados, es una de los cientos de variantes de este pescado momificado que tanto hambre quitó en este país.
Si hay un plato común a toda la Ruta, no obstante, ese es el potaje de vigilia, que ya en su nombre se ensalza como el puchero más frecuente en los días de luto por el crucificado: garbanzos, espinacas y el inevitable bacalao (consumido también bajo las variantes de abadejo, curadillo o truchuela, palabras hoy en desuso).
Puedes probarlo por ejemplo en cualquiera de la localidades leonesas, junto con sus fantásticas limonadas, incluida por supuesto la que alegra la singular tradición de “Matar judíos”. En la provincia de Salamanca, el hornazo, por supuesto.
Tu menú puede continuar con unas patatas viudas, llamadas así por su austeridad, pero contundentes y calientes. También son propias de Extremadura, en uno de esos ejemplos de que la Ruta no se articula con fronteras, sino con eslabones. Llegados a cualquiera de las paradas extremeñas, no dejes de pedir sus buñuelos de bacalao, las patatas escabechás, los repápalos, o los potajes de garbanzos pero también de judiones.
En Sevilla, Carmona o Santiponce tienes que conocer las abundantes recetas de alcachofas, sus innumerables ingenios con el bacalao, las migas, la cocina de caza y un sinfín de preparaciones que se transmitieron entre generaciones, y que perviven gracias a las casas y restaurantes que las preservan, así como gracias a los visitantes que, como tú, las solicitan para alegrarse el ánimo. En Asturias son tradicionales los bocartes, el potaje de Cuaresma, las verdinas de marisco o cualquier receta con nabos o congrio, ingredientes antaño recurrentes en estos días.
Te habrás fijado que no hemos hablado de dulces, aunque conforme avanzara el texto el cuerpo te lo fuera pidiendo. En efecto, la repostería artesana es la genuina reina de la Semana Santa, especialmente en la Ruta. En este otro enlace te recomendamos algunos de sus postres más antiguos y deliciosos, para que completes un recorrido de rechupete.