Ermita de San Benito
Situada a un kilómetro y medio de Montemolín y asentada sobre un cerro de pequeña altura, pasando el alto de la Zapatera, se encuentra la ermita de San Benito.
Es esta una obra de mediados del siglo XV cuyo grueso data del siglo XVII.
La historia del a ermita de San Benito resulta bastante compleja debido a los múltiples usos que de ella se han hecho. Al final del siglo XV sólo existía el edificio de la ermita. Hasta el 1631 los archivos locales la mencionan como ermita con ermitaño pero, en el año 1647, a través de una carta de donación, el templo fue entregado a un grupo reducido de monjes sevillanos de la Orden de San Francisco, que la utilizaron hasta el 1715. Para ello, fue necesario dotarla de infraestructuras para su autoabastecimiento: refectorio, cocina, celdas monásticas, molino de aceite, cementerio, aljibe, etc.
En esta última fecha, fue abandonada por los monjes debiendo reconstruir de nuevo todo el conjunto, convirtiéndolo en hospicio para pobres e indigentes, custodiado de nuevo por otro ermitaño.
Los libros Santiaguistas de visitas, a finales del siglo XV la describen, a pesar de su marcado carácter de ermita rural, con un interesante ajuar artístico.
Se trata de una obra edificada en mampostería y ladrillo. Consta de una sola nave dividida en tres tramos, cubierta en el siglo XVII con bóveda de medio cañón. El interior de la cabecera cuenta con una airosa cúpula de media naranja, decorada con atractivas pinturas en tonos ocres. Son destacables, también los arcos a modo de capillas que aparecen embutidos en los paramentos laterales. No podemos olvidar su altar mayor, sobreelevado a través de varias gradas.
Igual de atractivo resulta el coro que cubre la entrada principal, concebido como un atrio de bóveda simple de crucería con tres vanos de medio punto. La otra entrada se dispone en el lado izquierdo o del Evangelio sirviendo como punto de acceso a las dependencias monásticas que antaño formaban parte del conjunto.
El exterior está muy remozado. Cuenta con un atrio de entrada, un vestíbulo porticado de traza reciente, una cabecera plana, una cubierta a dos aguas y dos pequeñas habitaciones adosadas que hacen las veces de almacén. A la zona del campanario se accede por una pequeña escalera de caracol que, además nos guía hasta el coro.
La restauración del siglo XX eliminó la mayoría de las dependencias incluyendo el pequeño cementerio que servía de lugar de enterramiento para algunos vecinos de la localidad, habiéndose construido otras como un nuevo almacén adosado a la ermita por la parte derecha. También próxima a esta se ha construido una pequeña casa que sirve de acogimiento para todas las personas que deseen alojarse.