Carmona

Convento de Santa Clara

Patrimonio Religioso

Tras la conquista cristiana que el rey Fernando III llevó a cabo en 1247, Carmona se había ido adaptando a las consecuencias de ser una ciudad del reino de Castilla.

En el siglo XV se crearon las parroquias y también se levantaron los primeros conventos. El más antiguo de todos es el de Santa Clara, comunidad de monjas de clausura franciscanas clarisas, inspirada por la vida de pobreza, caridad y sacrificio de Santa Clara, discípula de San Francisco de Asís.

Su fundación fue autorizada por bula del Papa Pío II en 1460, a petición de doña Teresa y doña Beatriz de Salcedo. Desde su origen contó con grandes donaciones entre las que destaca la de Beatriz Pacheco, duquesa de Arcos, tras su muerte en 1511.

Su construcción se llevó a cabo entre finales del siglo XV y principios del siglo XVI, como lo demuestra su estructura interior.

La iglesia cuenta con una sola nave de forma rectangular, cubierta con una techumbre de madera, siguiendo el modelo sevillano de convento mudéjar. La cabecera, cubierta con una bóveda de crucería gótica, remite a un estilo mucho más habitual en el arte puramente cristiano de la época.

En el siglo XVII, la cabecera de la iglesia fue decorada con pinturas doradas de sinuosas formas barrocas. De la misma época data el retablo principal que diseñó y talló Felipe Ribas en 1645.

En la parte inferior de la nave, encontramos un zócalo de azulejos, elaborados con técnicas que entroncan con el arte musulmán, pero que datan del siglo XVI; y en la parte superior de los muros de la nave, lienzos de mediados del siglo XVII, posiblemente procedentes de un taller local seguidor de los modelos de Zurbarán.

A los pies de la iglesia está el coro organizado en dos pisos y separado del resto del templo por una celosía.

Desde la parte inferior del coro, se accede al claustro, un armonioso espacio cuadrangular de dos pisos, concebido para dar acceso a las diferentes áreas del conjunto conventual.

La primitiva entrada a la iglesia se situaba a los pies de la nave, pero posteriormente fue tapiada, de manera que en la actualidad el acceso se realiza a través de una doble portada situada en el muro norte que da acceso al compás.

Uno de los elementos más sobresalientes del convento es la Torre – Mirador, junto a la iglesia y el claustro, destaca incluso por encima de la torre de la iglesia. Construida en el siglo XVIII en una de las esquinas del conjunto, siguiendo los esquemas del barroco tardío.

Se trata de una estructura prismática de varios cuerpos, que se remata con una cubierta a cuatro aguas.

Curiosidades

Las hermanas clarisas elaboran en su obrador dulces de tradición árabe, tartas de bizcocho, merengue y sidra y la tradicional torta inglesas, que tiempo atrás solo vendían a través del torno, respetando la intimidad de la clausura.

Desde la apertura del convento al turismo, es posible adquirir estas delicias directamente en recepción.

Cada 6 de diciembre se organiza en el claustro del convento una exposición y venta de dulces a beneficio de la comunidad.