Estas solariegas fachadas pasaron a incorporar algunos motivos renacentistas y barrocos. Pertenecieron a grupos sociales de elevado <status>, enriquecidos por la pujanza económica derivada del aumento de la producción agraria –hidalgos rurales, nobleza, alto clero, etc.

A grandes rasgos, podemos esquematizar sus características básicas: aparejo de mampostería o tapial con muros enjabelgados, utilización de sillares pétreos para los enmarques de vanos principales, grandes portadas y balcones, remates con curiosas formas geométricas, etc. Muy abundantes resultan estas fachadas de los siglos XVI, XVII y XVIII, ideadas bajo los gustos clásicos y ornamentadas con elementos muy diversos, extraídos de estética clasicista: frontones curvos o triangulares –algunos partidos-, óculos u ojos de buey, molduras dobles y triples por doquier, aleros pronunciados o volados, etc. Estas bellas superficies coinciden con aquellas casas que pertenecieron a unos propietarios apegados al dinero y al gusto por el arte y la estética.