Río Duero
El río Duero fue la energía que movió el comercio y la industria de las harinas y, a través de él, llegan las estaciones, las noticias o las historias ya desarrolladas.
De él llega la niebla, pero también el aliento, esa luz especial relacionada con la vida y el movimiento, que en diálogo con la estática urbe da forma a ese tiempo interno, elíptico de la ciudad.
Convertirlo en calle, integrarlo en la ciudad es el objetivo deseado y por fin al alcance.
A la sombra del río Duero se ha ido conformando un territorio fronterizo en el que han crecido edificios como las Aceñas de Olivares y el Centro de Interpretación de las Ciudades Medievales y calles como Balborraz, cuyo sentido sin su existencia no sería el mismo. Edificios y calles por los que asoma la luz del río Duero, convirtiéndolo en testigo de todas las vivencias de la ciudad.
El mejor paisaje natural del que dispone Zamora y uno de los lugares que mayores posibilidades ofrece para el disfrute de todo tipo de actividades al aire libre.
El río Duero se convierte así en el mejor lugar desde el que comenzar a conocer Zamora.