Carmona

Necrópolis de Carmona

Arqueología

La necrópolis de Carmona se data en torno al siglo I.

El ritual de enterramiento más frecuente era la incineración. Los cadáveres eran incinerados en quemaderos excavados en la roca donde se colocaba la pira. En ocasiones, estos quemaderos se utilizaban también como enterramientos, depositando las cenizas en la fosa, que se cubría con sillares, ladrillos o tégulas. Una vez cubiertos, se colocaba una estela para indicar el lugar y el nombre del difunto.

El mausoleo colectivo, formado por una cámara subterránea, de carácter familiar, es el tipo de enterramiento más generalizado en la Necrópolis de Carmona. Se accede a él por un pozo escalonado.

La cámara suele ser cuadrangular, con un banco que recorre la parte inferior de las paredes, donde se colocan las ofrendas y sobre el que se abren los nichos. En algunas cámaras quedan las huellas de las puertas que las cerraban, otras debían de cerrarse con una losa.

La parte externa de los enterramientos debían de estar con cipos, estelas o túmulos y otras construcciones de las que no se han conservado testimonios. Para ocultar la tosquedad de la roca, las tumbas se decoraban.

La necrópolis de Carmona es uno de los yacimientos más importantes de la península ibérica por su buena conservación.

  • La tumba del Elefante

Se trata de un santuario dedicado al culto de las divinidades de Cibeles y de Attis. La veneración de estos dioses orientales llegó a alcanzar una enorme importancia en Roma. Attis, dios que moría y resucitaba cada año, arraigó entre los carmonenses, tal y como lo demuestran otros hallazgos en la necrópolis, y significó la recuperación de una forma de religiosidad propia, vigente en las culturas orientales y mediterráneas, con las que Carmona mantenía indudables relaciones desde hacía tiempo. Junto a este dios, la diosa madre, encarnación divina de la naturaleza, señora de la vida y de la muerte, representada mediante la forma anicónica de un betilo (piedra ovoidea). No obstante, la figura del elefante ejerció desde su descubrimiento tal fascinación que llegó a convertirse en el símbolo de la eternidad más destacada de este edificio.

  • La tumba de Servilia

La tumba de Servilia es la más monumental de las estructuras tradicionales representadas en la necrópolis. Se atiene a modelos helenísticos y reproduce una lujosa mansión, con un amplio patio porticado al que se abren diferentes estancias.

Uno de estos ámbitos lo constituye la galería cubierta, en cuyo tramo central se encuentra una cámara donde parece ser que estuvo originariamente la escultura de Servilia.

En el frontal del patio porticado se halla la cámara funeraria, que tiene un gran vestíbulo, de planta trapezoidal, cubierto por bóveda apuntada. Esta le confiere un carácter singular sin precedentes en el lugar.

En definitiva, todo invita a pensar que la tumba, fechada en época de Augusto, debió pertenecer a una familia de poderosos gobernantes-funcionarios romanos.

El descubrimiento de la necrópolis de Carmona y el anfiteatro sucede a finales del siglo XIX, gracias a la iniciativa de Juan Fernández López y del arqueólogo inglés Jorge Bonsor.