El origen de la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Carmen se remonta al siglo XVIII, momento en el cual la familia Villalobos decide fundar una capilla de carácter familiar para rendir culto a Nuestra Señora del Carmen. Este templo, al ser de uso exclusivo para la familia fundadora, no ha dejado un resto documental que permita establecer su evolución a lo largo de los años.

Durante el siglo XIX, con motivo de la fundación de la Cofradía de Nuestra Señora del Carmen, se tienen más noticias gracias a la solicitud que hace el mayordomo del templo para poder comprar unas casas adosadas a la iglesia y así poder ampliarla. Gracias a esta ampliación, el templo se dotó de lo que hoy en día es la capilla del Sagrario y las dependencias de la sacristía. La labor de la cofradía también permitió que se construyera la actual torre campanario y se adecuara el atrio de entrada por la calle Carmen.

A mediados del siglo XX, y ante el aumento de población en Villafranca, el obispo de Badajoz, Don José María Alcaraz decide segregar de la collación de Santa María del Valle una nueva comunidad parroquial, tomando como templo principal la antigua ermita de Nuestra Señora del Carmen. Con la elevación a la categoría de templo parroquial, la antigua ermita se somete a unas reformas de gran calado, se adapta la nave principal cubriéndola con bóveda de cañón y toda la zona del presbiterio se amplía y se construye la cúpula con linterna que le proporciona luz natural al templo.

En su interior destaca la talla a tamaño natural del Cristo de la Luz, realizada en 1968 por el artista local Manuel García Mancera, con la madera de un antiguo poste de luz, de ahí su nombre. La talla preside el presbiterio, a su derecha la imagen de la Virgen del Carmen, de José Alsina Subirá, que sustituyó a la primitiva imagen.

Además, se conservan las imágenes de Nuestra Señora del Tránsito y de San Diego de Alcalá, ambas de comienzos del siglo XVIII.