Alcazar del Rey Don Pedro
Se trata de una gran fortaleza que se sitúa al este del recinto amurallado, en el punto más alto de Carmona y de toda la comarca de los Alcores.
Pedro I lo hizo restaurar en el siglo XIV sobre una fortificación anterior de época almohade, construida sobre los restos de otra fortificación del siglo X. De este modo, construyó un gran palacio similar al que hizo en Sevilla y lo convirtió en uno de sus favoritos. Es a partir de ese momento cuando se le puede llamar con seguridad alcázar.
A todo este conjunto se accede por un gran doble arco de herradura apuntado que aún conserva restos de pinturas geométricas en el intradós de los mismos.
El terremoto de Lisboa de 1755 le afectó mucho y desde entonces la ruina ha sido progresiva.
Los Reyes Católicos embellecieron las dependencias reales y construyen el cubete.
Saliendo del recinto del Alcázar del Rey Don Pedro, si continuamos nuestro camino hacia la derecha, en paralelo al foso que bordea la muralla, podremos ver el cubete.
Se trata de un fortín de forma ovalada que fue levantado en época de los Reyes Católicos, a finales del siglo XV. Es el primero dedicado a la artillería que se levantó en la Península Ibérica y, por tanto, es muy significativo para el análisis de la evolución de la arquitectura militar. Este tipo de fortines se erige en respuesta a los avances tecnológicos que se habían ido aplicando a los conflictos bélicos a partir del siglo XV.
Lejos del uso de las antiguas catapultas, la artillería demandaba fortalezas mucho más resistentes. Por ello, la mayor parte de los torreones que se construyen a partir de la época de los Reyes Católicos prescinde de la forma cuadrangular, mucho más débil en los ángulos, y la sustituye por formas cilíndricas y ovaladas, como en este caso.
Este primer fortín artillero, cubete, sirvió como modelo para otros que posteriormente se fueron construyendo en la Península. Está hecho a base de piedra y hormigón y al exterior presenta una moldura en forma de cadena, contrafuertes de sección triangular, tres garitas y dos arcos conopiales de entrada al fortín que aún se conservan.