Semana Santa en la Ruta Vía de la Plata. En la variedad está el gusto
Las localidades en la Ruta Vía de la Plata han dotado a esta milenaria tradición de su particular idiosincrasia. Te invitamos a descubrirlas.
Si algo caracteriza la Ruta Vía de la Plata es su diversidad en paisajes, cultura, tradiciones y gastronomía. Un ejemplo destacado de esta afirmación lo encontramos, sin duda alguna, en la celebración de la Semana Santa. Si en el norte esta celebración se identifica con la sobriedad e incluso severidad medieval, típicamente castellana, el sur concentra en sus procesiones el preciosismo barroco.
Todas parten de una misma tradición, pero con el tiempo han dotado a esta milenaria tradición de su particular idiosincrasia suscitando tanto la Fe y la devoción –de lugareños y foráneos- como el interés o la curiosidad por la historia, la cultura y el folklore. Así, a lo largo de las localidades por las que discurre la Ruta Vía de la Plata, varias de estas celebraciones gozan de la categoría de Fiesta de Interés Turístico Internacional.
Viajando por este itinerario de sur a norte, el recorrido procesional comienza en Sevilla, que vivirá en estos días una de sus fiestas grandes, inundando la ciudad de sentimientos, recogimiento, música y fervor religioso. La Semana Santa es la máxima expresión del sentir vital, religioso y estético de la ciudad.
Muy cerca, en Carmona sus estrechas calles, recoletas plazas, empinados postigos o la monumental e imponente Puerta de Sevilla, convierten sus desfiles procesionales en un conjunto único de sobriedad, devoción y belleza.
Un poco más al norte, ya en la provincia de Badajoz, la vistosidad de los pasos que procesionan en Los Santos de Maimona atrae cada año a un mayor número de visitantes. La Semana Santa santeña está tomando cada vez más auge, las diferentes cofradías se esmeran cada año para que sus pasos luzcan en todo su esplendor. Destaca la cofradía del Señor amarrado a la columna y Nuestra Señora de las Angustias, donde el paso de la Virgen está llevado sólo por mujeres costaleras.
A caballo entre la sobriedad castellana y el brillo andaluz, la Semana Santa emeritense toma su propio estilo con el discurrir de sus Estaciones de Penitencia entre restos arqueológicos como el Arco de Trajano, el Templo de Diana o el Puente Romano sobre el Guadiana. Los pasos que procesionan en Mérida lucen importantes muestras de imaginería de distintas escuelas.
Ya en la provincia de Cáceres, en Plasencia encontramos una manifestación a caballo entre lo religioso y lo puramente artístico. Aquí la celebración de la Semana Santa proporciona a los creyentes un motivo de reflexión y la posibilidad única, a todos, de ver las calles recorridas por unas imágenes que durante el año reposan en museos, iglesias y conventos.
En Zamora, constituye el más relevante acontecimiento religioso, cultural y social de la ciudad. Durante los días centrales de la Pasión la ciudad quintuplica su población y se convierte en un hervidero de emoción, austeridad y fervor. También está profundamente arraigada en Benavente y en el sentir de los benaventanos y, como en otros muchos lugares de Castilla y León, en esta localidad la celebración se caracteriza por su sobriedad.
El Miércoles Santo, en La Bañeza, tiene la categoría de Fiesta de Interés Turístico Provincial. La raíz popular de algunos de los nombres con que han sido bautizadas algunas figuras, como el ‘Santo Potajero’, identifica la singularidad de una celebración que se remonta al siglo XVI.
La pluma de Gustavo Adolfo Bécquer describió el impresionante encuentro entre la Dolorosa y San Juan, en la mañana del Viernes Santo, en la Plaza Mayor de León. La Semana Santa leonesa es inagotable no solo en la belleza de sus imágenes, sino también en momentos emotivos. Dieciséis mil leoneses, denominados popularmente “papones”, participan activamente en esta festividad.
Otro elemento importante en Semana Santa es la música que acompaña a las procesiones, ya sea una comparsa de cornetas y tambores de inspiración militar o bandas de música más complejas en cuanto los instrumentos que utilizan y las piezas que interpretan. En Andalucía y el sur de Extremadura una mención especial merece la saeta.
Por último, no se puede hablar de la Semana Santa sin referirse a su gastronomía, otra de las facetas que marcan esta celebración: las sopas de ajo castellanas, el típico dos y pingada del domingo de resurrección zamorano, la “limonada” leonesa y las torrijas o pestiños.