La ciudad de Zamora, capital de la provincia del mismo nombre, está situada en el noroeste peninsular, a 652 metros de altitud sobre el nivel del mar. Las provincias limítrofes son: Salamanca, León, Valladolid y Orense. Al oeste limita con Portugal.
Extensión: 10.5 Km².
Población: 60.000 habitantes.
Zamora está situada en el noroeste peninsular, a tan solo 255 km de Madrid por la A-6 (poco más de una hora en AVE) y a 300 km de Oporto (Portugal) por la A4. Estas dos ciudades disponen de aeropuertos internacionales y, por lo tanto, comunican Zamora con el resto de Europa.
Solo 64 km separan Zamora de la ciudad de Salamanca por la A-66. Por esta misma autovía se comunica hacia el norte con Benavente (a 68 km) y León (a 140 km). A 100 km por la A-11 está Valladolid y también a 100 km, pero por la N-122 está la ciudad portuguesa de Braganza.
Su estratégica localización geográfica, encrucijada de caminos en la Vía de la Plata, y la calidad de su oferta turística y cultural hacen de Zamora un lugar especial.
Hermosa, tranquila y muy paseable. Con sus 60.000 habitantes, puede presumir de ser una pequeña ciudad, pero grande en historia, cultura y oferta patrimonial.
Un destino que posee muy buenos recursos patrimoniales. La mayor concentración de románico urbano de la península ibérica con más de una veintena de edificaciones de este tipo. El románico va unido al importante legado modernista que ha hecho a la ciudad merecedora de su inclusión en la Ruta Europea del Modernismo.
El Duero, el gran río, presidiendo la ciudad e icono de referencia turística de Zamora; la catedral y su cúpula gallonada; el castillo, el gran legado medieval con innumerables historias, leyendas y personajes: Dña. Urraca, el Rey Alfonso VI, el Cid Campeador o el Cerco de Zamora. Y también artistas zamoranos contemporáneos con proyección más allá de nuestras fronteras como Baltasar Lobo y, junto a él, poetas como Claudio Rodríguez, León Felipe y Agustín García Calvo.
Zamora es una ciudad con un buen número de museos: Museo Baltasar Lobo, Museo Catedralicio, Museo de Semana Santa, Museo Diocesano, Museo der Zamora, Museo Etnográfico de Castilla y León, y Centro de Interpretación de las Ciudades Medievales.
A 7 km de Zamora, en Tierra del Vino, se encuentra la localidad de Arcenillas, conocida por su iglesia del siglo XV, declarada Bien de Interés Cultural (BIC), en cuyo interior se encuentra el conjunto de once tablas pintadas por Fernando Gallego en torno a 1490. De estilo hispano-flamenco, las tablas reflejan distintos momentos de la vida de Cristo. Estas tablas formaban el retablo que estuvo situado en la catedral de Zamora hasta 1712 que se vendieron a la Parroquia de Arcenillas.
Aparte del patrimonio histórico, Zamora cuenta con una interesante oferta gastronómica, de naturaleza y paisajes dentro de la ciudad, así como rutas geológicas, ornitológicas, de observación de mariposas, rutas BTT alrededor de Zamora… Experiencias para viajeros plenos de emoción.
Recursos que, junto con la calidad y versatilidad de la oferta de alojamientos, restauración y comercio, y una excelente relación calidad/precio, hacen de Zamora una de las ciudades más competitivas de España. Eso posibilita la creación de ofertas abiertas y plásticas que pueden ser adecuadas casi a la carta, a las demandas de un turismo muy especializado y segmentado.
Una ciudad histórica, segura, acogedora y abierta a la experiencia de los visitantes, pero con atmósfera y servicios absolutamente actuales.
Se está trabajando para que Zamora alcance el reconocimiento de Paisaje Cultural, y se incorpore así a la lista de Patrimonio Cultural de la UNESCO. Los Paisajes Culturales representan las obras conjuntas del hombre y la naturaleza, ya sean monumentos, conjuntos o lugares. Ilustran la evolución de la sociedad humana y sus asentamientos a lo largo del tiempo, condicionados por las limitaciones y oportunidades físicas que presenta su entorno natural y por las sucesivas fuerzas sociales, económicas y culturales, tanto externas como internas.
La historia de Zamora está influenciada por su situación geográfica en una meseta rocosa a orillas del río Duero que la convierte en un cruce de caminos.
Su historia se inicia con asentamientos humanos prehistóricos que se remontan al Paleolítico. Antes de la romanización, habitaron estas tierras pueblos como los galaicos, astures, vacceos y vettones. De hecho, es citada en el Itinerario de Antonino bajo el nombre de Ocello Durii, una de las mansio de la Ruta de la Plata. Sometidos por los romanos tras la muerte de Viriato a mediados del s. II a. C., el poder de Roma perduraría hasta el s. V.
Con las invasiones germánicas, suevos y visigodos se establecen en la ciudad. Estos últimos acuñan el nombre de Semure en sus monedas para hacer referencia a ella. Durante el s. VIII, se produjo la invasión árabe y con ella tres siglos en los que Zamora se vio arrasada y despoblada varias veces debido a su situación fronteriza con el mundo cristiano. Durante la Edad Media fue lugar de convivencia de cristianos, judíos y árabes, hecho que se constata con el yacimiento de cerámica andalusí encontrado cerca de la catedral de Zamora, considerado el más importante del norte de la Península. Los s. XI y XII marcan la Edad de Oro, siendo en esta época cuando se conforma su estructura urbana, con iglesias y nobles mansiones de un mismo estilo artístico que le valdría el sobrenombre de «Ciudad del Románico», con una economía basada en la ganadería y la agricultura (cereal y cultivo de vino) y el comercio.
Tierra que vio nacer a numerosos reyes y personajes ilustres, fue testigo de guerras, batallas y expoliaciones que mermaron su patrimonio artístico, con pérdida de valiosas obras de arte y fondos documentales. Los s. XIX y XX conservan notables obras de arquitectura civil en zonas de transición entre la vieja y la nueva Zamora.
A finales del s. XIX, el ingeniero Federico Cantero Villamil construye una central hidroeléctrica, el primer salto del río Duero, a poca distancia de Zamora: el Salto de San Román. El Salto de San Román dio pie a la formación de una sociedad, El Porvenir de Zamora, que duró hasta que, en 1951, Iberduero adquirió el viejo salto zamorano. Fue este ingeniero quien descubrió el potencial de energía hidroeléctrica del río Duero en su curso fronterizo hispano-portugués y a él se deben los principales proyectos en la zona, y su concepción global como un sistema de saltos que, más tarde, acabaría recibiendo el nombre de “Solución Ugarte o Solución Española”.