Situado en la costa central asturiana, son sus límites naturales de Este a Oeste, la playa de la Ñora y el cabo de Torres, y de Norte a Sur, el mismo cabo y la Peña de los Cuatro Jueces.
CONCEJOS LIMÍTROFES
Villaviciosa, al este; Sariego, al sureste; Siero y Llanera, al sur; Corvera y Carreño, al oeste.
Extensión 181,6 Km2
La cifra de habitantes de Gijón asciende a 267.706, a fecha de enero de 2022
Gijón está dividido en veinticinco parroquias. La de mayor extensión y la más poblada es la de Gijón. A ella se unen: Baldornón, Bernueces, Cabueñes, Caldones, Cenero, Deva, Fano, Fresno, Granda, Huerces, Jove, Lavandera, Leorio, La Pedrera, Poago, Porceyo, Roces, Ruedes, Santurio, Serín, San Andrés de Tacones, Somió, Tremañes, Vega y Veriña.
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La ciudad tiene sus orígenes históricos en la Campa de Torres, con el castro de «Noega», uno de los principales poblados fortificados del norte de España (anterior al 409 a. C.) y que estaba habitado por un grupo de astures que, a la llegada de los romanos, fueron integrándose pacíficamente a sus usos y costumbres.
La Gigia romana, ya en el Cerro de Santa Catalina, deja su huella en las murallas y en un magnífico complejo termal, las Termas de Campo Valdés, edificio público iniciado a finales del s. I d. C., demostrando así la importancia del núcleo urbano romano, emplazado en Gijón.
Ya en el s. XVIII, con el nacimiento de uno de los principales ilustrados españoles, Gaspar Melchor de Jovellanos, ministro de Gracia y Justicia en tiempos del reinado de Carlos III, Gijón vuelve a ocupar su lugar en la historia. Fue Jovellanos, hombre adelantado a su época, quién trazó los ejes de desarrollo de la ciudad.
El s. XIX significa un desarrollo económico y poblacional sin precedentes, que continúa a lo largo del s. XX debido al auge del tráfico del carbón y la instalación de nuevas industrias.
Hoy en día Gijón es una ciudad que vive volcada al s. XXI, llena de proyectos de futuro y que ha sabido adaptarse a los tiempos actuales. Una ciudad dinámica y viva, con una oferta inagotable de eventos culturales y musicales, que ha recuperado espacios para el paseo y el disfrute de la naturaleza, que no duda en renovar y mejorar sus infraestructuras para que, todos, visitantes y gijoneses puedan disfrutar de la calidad de vida de una ciudad pensada a escala humana.
Un simple vistazo a las cartas de los restaurantes y al recetario gijonés demuestra con contundencia el carácter marino que siempre ha marcado la personalidad de la ciudad, así como la generosidad de un Mar Cantábrico que diariamente llena las rulas de sabrosos pescados de roca y mariscos. Buena prueba de ello son las raciones de chicharrinos (pequeños jureles), bocartinos (pequeños boquerones), parrochines (sardinas pequeñas) y panchinos (besuguitos) que habitualmente se degustan en las numerosas sidrerías de la ciudad acompañadas de una botella de sidra. Un sencillo placer gastronómico que evidencia la calidad y frescura del producto marino local, el cual se luce especialmente en aquellos platos de horno que apenas utilizan condimentos para realzar el sabor y textura de pescados como el besugo,el pixín (rape) o el sargo.
El gallo relleno de mariscos, el congrio con arbeyinos (guisantes), el pixín con bugre (bogavante) y la chopa a la sidra son otras recetas tradicionales elaboradas con este tipo de pescados. El tiñosu y el golondru, los nombres con los que se conocen, respectivamente, al cabracho y al perlón, son dos pescados de roca muy apreciados en Gijón/Xixón quese suelen guisar con patatas, ajo, cebolla, aceite de oliva, vino blanco, perejil, pimentón.También de roca son los salmonetes, los cuales se pescan en las inmediaciones. Se suelen degustar en fritura o a la plancha, siendo esta preparación la idónea para realzar todo su sabor.
Pero no todo son pescados en las rulas gijonesas. También el calamar y el pulpo tienen su lugar destacado dentro de las especialidades locales. En los meses de verano, por ejemplo, reclama protagonismo el calamar de potera, el cual se captura de forma artesanal con una línea de anzuelos. También lo hace el pulpo de pedreru o de roca, con el que se elabora a fuego lento un plato muy gijonés: pulpín con patatines. Otras variantes de este plato son el pulpu con berces y el pulpu amariscao.