Rodando por la Costa de Asturias
Es la frase que mejor define esta fantástica región donde las riquezas naturales no tienen fin; donde podemos disfrutar de montaña y de mar a la vez; donde la vegetación crece indomable; donde los animales corren y vuelan libres; y donde las carreteras son auténticos sueños para todos los moteros que tienen la suerte de rodar por estas tierras.
En esta breve ruta hemos descubierto pequeñas aldeas cruzando caminos semidesiertos y pasando por bosques salvajes sin tocar autovía (sólo a la vuelta tuvimos que pasar por ella). Aunque el tiempo no nos ha acompañado mucho, también tiene su encanto pasear bajo la lluvia y la niebla entre los pueblos de la costa.
La subida desde Gijón hacía Cabo Peñas es preciosa. Luanco y Candás son pueblos de pescadores únicos, desde sus puertos tenemos unas vistas preciosas al Océano Atlántico.
Luanco nos ha gustado mucho. Es una auténtica villa marinera, como podemos ver paseando por su casco histórico; y tanto la Torre del Reloj como la Iglesia de Santa María, con su jardín y soportales, son un ejemplo muy bonito de la arquitectura del siglo XVIII.
Seguimos subiendo hacía Cabo Peñas, el cabo más septentrional de Asturias, al que llegamos por una estrecha carretera bastante traficada de coches que van y vuelven del faro. También vimos muchos senderistas, ya que hay muchos caminos que llevan hasta el faro. Desde la punta del cabo el acantilado es impresionante y las fotos lo testimonian.
En dirección a Avilés cruzamos pequeñas aldeas y carreteras estrechas comarcales de mucho encanto, hasta bajar hacía la ciudad, donde la contaminación nos dejó muy sorprendidos. No podemos comprender como puede haber una área industrial tan grande en medio de una naturaleza tan bonita y salvaje.
Seguimos por Salinas y San Juan de la Arena, otra bajada espectacular después de una carretera escondida entre bosques.
Cudillero aunque muy turística, nos ha gustado muchísimo. Ver las casas coloreadas adosadas en vertical constituye un paisaje de postal único.
Pescadores en Luanco nos recomendaron conocer la Playa del Silencio así que, después de visitar Cudillero, nos dirigimos hacia ella. Está a unos 20 minutos. Y mereció mucho la pena. El mirador desde el que se puede divisar la playa es espectacular.
Habríamos seguido hasta Galicia por la costa, pero ya era demasiado tarde. Decidimos volver a Gijón por autovía, una ruta rápida de apenas 40 minutos.
AUTOR: ENRIQUE BERBEL. CONCURSO HELLO RIDERS