Montemolín

Puente Medieval de Gallicanta

Arqueología

Muchas de las poblaciones, en plena época de consolidación urbanística, se desarrollaron cerca o en torno a puentes de origen antiguo, llamados según la tradicional oral romanos.

La mayor parte de estas edificaciones de carácter civil no gozan de ese pasado clásico sino que fueron erigidas en plena Edad Media, con un aspecto actual muy alterado debido a las múltiples reparaciones y modelaciones que sobre ellas se practicaron entre los siglos XVI y XIX. Por esta razón, presentan unas estructuras muy heterogéneas, con arcos y materiales de distinto tipo, respondiendo a las restauraciones de las diferentes épocas. El modelo más repetido de estas construcciones responde a un gran arco central con otros vanos u ojos menores –flanqueándolo lateralmente-, contrafuertes de sección cilíndrica o prismática, fábrica de sillería, mampostería o ladrillo en aparejo sin lucir, proporciones muy variadas –no llegan a superar los 40-60 metros de largo y los 5-6 de altura-.

No es de extrañar que en algunos encontremos restos de obras pasadas y desaparecidas: sillares pétreos, piedras armeras o escudos, etc. Este es el caso del puente de Gallicanta, en el que aparecen embutidos sillares pétreos reaprovechados de alguna construcción desaparecida.

La finalidad de estas piezas era importante, encargadas de unir dos partes de la población, salvando un fuerte desnivel producido por el curso natural de un riachuelo o río de mayor entidad –río Viar-. Se encargaban, también, de dar paso a las mercancías que por allí circulaban, cobrando las alcabalas o impuestos necesarios. Lo mismo ocurría con el ganado trashumante de la Mesta que desde el centro del país llegaba hasta la Baja Extremadura.

Comienzan a ser frecuentes en la Edad Media, justo en el momento en el que se consolidan al mayor parte de las poblaciones bajoextremeñas.

Tenemos noticias documentales que nos apuntan como en el año 1595 esta magna obra estaba en fase de construcción. Para rematarla, el Concejo se vio obligado a obtener dinero arrendando la hierba y bellota de las dehesas de Garrapito y Gallicanta.